En la actualidad, las competencias técnico-profesionales, propias de cualquier profesión, deben complementarse con competencias genéricas y transversales, comunes a todas las personas, en el marco de lo que se conoce como revolución soft. Las competencias sociales y emocionales son un elemento importante de esta revolución.
En el siglo XXI es necesario e importante repensar las finalidades de la educación en el mundo. Siendo muy necesaria la transmisión de conocimientos, esto ya no es suficiente. Siendo muy necesaria la formación de profesionales, tampoco es suficiente. Hay que dar un paso más para crear unos sistemas educativos orientados al desarrollo de competencias que hagan posible la convivencia y el bienestar global. En este enfoque, cobra un papel relevante la educación emocional.
Esto significa que la educación emocional para el desarrollo de competencias sociales y emocionales debe estar presente desde el nacimiento en la familia, a lo largo de la educación infantil, primaria, secundaria, formación profesional, educación superior en las universidades y la formación a lo largo de la vida en las organizaciones. La educación emocional adopta un enfoque del ciclo vital (life span).
La validez y eficacia de la civilización en el siglo XXI se debe medir a través de las evidencias sobre elementos relacionados con la no violencia, la paz, los valores, la solidaridad, la convivencia, la libertad, la seguridad, la responsabilidad, el rendimiento y el bienestar. En este marco, el amor inteligente compartido y el bienestar emocional global deben ser elementos claves de una educación para la vida que representa la educación emocional.
Por otro lado, habría que tener en cuenta la Ley Orgánica de Mejora de la Ley Orgánica de Educación publicada el 31 de diciembre de 2020 en España que menciona en cinco ocasiones la necesidad de implementar la educación emocional en nuestro sistema educativo y también otras normativa en distintos países.
En este marco, deberían figurar como objetivos de todos los sistemas educativos del mundo la regulación de la ira como estrategia para la prevención de la violencia, la consciencia emocional como factor esencial en el autoconocimiento, la regulación emocional como competencia básica para la convivencia, el desarrollo de una sana autoestima, la competencias sociales como factor esencial para mantener buenas relaciones interpersonales y sociales, la educación para la convivencia y la construcción del bienestar compartido, entre otros aspectos que caracterizan la educación emocional.
Afirmamos nuestra adhesión a los principios generales de esta declaración y nos comprometemos a hacer lo posible para contribuir a la sensibilización sobre la importancia y necesidad de la educación emocional en el profesorado, las familias, las organizaciones, la clase política y la sociedad en general. El objetivo es que en un breve plazo de tiempo, la educación emocional sea una realidad en la práctica educativa en todos los países del mundo.
Por la presente declaración proponemos los siguientes objetivos:
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Formación inicial en educación emocional de todo el profesorado. Lo cual incumbe a los planes de estudio de las universidades implicadas en la formación del profesorado.
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Formación continua en educación emocional del profesorado en ejercicio. Lo cual implica a las Administraciones públicas, entidades implicadas en la formación permanente del profesorado y a los mismos centros educativos.
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Formación continua de las familias en educación emocional para una puesta en práctica desde el nacimiento. Lo cual implica a los Ayuntamientos, Administración pública, entidades implicadas en la formación continua, profesionales de la salud (principalmente ginecología y pediatría), centros educativos y otros organismos implicados en la formación en medios comunitarios.
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La puesta en práctica de la educación emocional en los centros educativos desde los primeros niveles, con una presencia secuencial a lo largo de todos los cursos con el objetivo de desarrollar competencias emocionales que se ponen en práctica según el principio 24/7: las 24 horas del día durante los 7 días de la semana.
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Desarrollar una cultura de no violencia y paz, donde las competencias emocionales de consciencia y regulación emocional, así como las competencias sociales y las emociones morales, son factores clave en la prevención del acoso escolar (bullying), la violencia escolar en general, la violencia de género y especialmente la violencia contra la mujer, la violencia ciudadana asociada con la adolescencia y los jóvenes, pero también todo tipo de violencia.
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Promover la investigación en educación emocional por parte de las Universidades, centros de investigación y Administración pública para vislumbrar las mejores estrategias para su puesta en práctica efectiva.
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Valorar las competencias emocionales de los candidatos a profesorado de cualquier nivel educativo, en el bien entendido que son competencias que cualquier persona que se dedique a la educación debe poseer.
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Disponer de instrumentos de evaluación de las competencias emocionales del alumnado, del profesorado y otros profesionales, para utilizarlas en la evaluación de las competencias básicas y en pruebas de comparación internacional como las pruebas PISA.
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Establecer sistemas de acreditación de competencias emocionales para el profesorado, centros educativos y organizaciones en general, que sean reconocidas por las Administraciones públicas como requisitos para el acceso a la profesión docente y como mérito para el acceso a muchas funciones en las que los aspectos emociones son importantes (sanidad, política, liderazgo, paternidad responsable, etc.).
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Implicar a los gobiernos y administraciones públicas de cada país que incorporen las medidas oportunas (legislativas, económicas, prácticas, formativas) que garantice el cumplimiento del derecho de todo ser humano de una educación integral, particularmente en su aspecto emocional. Y que las medidas adoptadas en tal sentido sean gratuitas para la ciudadanía.
Con la intención de que esta Declaración llegue a organismos y personas relevantes en el mundo educativo como las que se citan a continuación, se firma en Zaragoza a 23 de mayo de 2021 dentro del IV Congreso Internacional de Inteligencia Emocional y Bienestar.
Dirigido a:
ONU (Organización de las Naciones Unidas).
UNESCO (United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization).
UNICEF (United Nations International Children's Emergency Fund).
OMS (Organización Mundial de la Salud).
OIT (Organización Internacional del Trabajo).
Unión Europea.
OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico).
PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo).
OEA (Organización de Estados Americanos).
Gobiernos de todos los países del mundo.
Universidades, sobre todo las implicadas en la formación del profesorado.
Colegios profesionales.
Centros educativos de todos los niveles (infantil, primaria, secundaria, etc.).